Seguridad Alimentaria
A nivel mundial Colombia se destaca por ser
un país excepcional en cuanto a recursos naturales, agua, biodiversidad y
grandes potenciales, tanto en lo agropecuario y pesquero como en lo forestal.
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) acerca del potencial de la expansión de la agricultura (en zonas arables
no incluidas en reserva natural o ecosistemas protegidos) ubica a Colombia como
uno de los siete países a nivel mundial que conformarán la ‘canasta de pan’
para el año 2050, cuando en el mundo se alcancen 9.000 millones de habitantes.
Sin embargo, Colombia también está clasificada como una de las tres naciones de
América climáticamente más vulnerables. Estas dos realidades nos obligan a
pensar en una estrategia de desarrollo de alternativas con un marco de manejo
sostenible de los recursos naturales.
En la Cumbre
Mundial sobre la Alimentación (1996), los países acordaron lo siguiente: “La seguridad alimentaria existe cuando todas
las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a alimentos
suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades alimenticias y
sus preferencias, a fin de llevar una vida activa y sana”. La afirmación anterior ha derivado en
una más reciente, en la que bajo el mismo enunciado se plantean cuatro
elementos o dimensiones primordiales de la seguridad alimentaria : En primer
lugar está la disponibilidad de los alimentos que aborda
la parte correspondiente a la ‘oferta’ o la ‘presencia’ de estos, y está en
función del nivel de producción, las existencias y el comercio neto. La segunda
dimensión es el acceso a los alimentos, que puede ser físico (al producirlos) o
económico (al adquirirlos). La disponibilidad de estos en un país en sí no
garantiza la seguridad alimentaria a nivel de los hogares, pues una cosa son alimentos
en el mercado y otra, los alimentos en la mesa. Teniendo en cuenta estos dos
tipos, resulta importante tanto el diseño de políticas con mayor enfoque en
materia de ingresos y gastos, como las políticas dirigidas a la producción y
mercados locales de alimentos a precios accesibles, para alcanzar los objetivos
de seguridad alimentaria. La tercera se basa en la utilización de los alimentos
normalmente se entiende como la forma como el cuerpo aprovecha los diversos
nutrientes presentes en los alimentos. Ingerir energía suficiente es el
resultado de: buenas prácticas de salud y alimentación, correcta preparación de
los alimentos, diversidad de la dieta y buena distribución de los mismos dentro
de los hogares. De este modo, parte importante es la cultura. Este factor ha
cobrado mayor importancia en los últimos años. Por ejemplo, antes se trabajaba en
Guías Alimentarias basadas en nutrientes y ahora se centran en alimentos,
adaptando estas a los países y su diversidad en la dieta. En Colombia, el ICBF
elaboró recientemente, con apoyo de FAO, estas pautas para la obtención del ‘plato
saludable de la familia Colombiana’, las cuales podrán tener, a su vez,
adecuaciones regionales. Se busca que este ‘plato saludable’ sea un ícono que
promueva una dieta variada y nutritiva, con alimentos frescos o poco procesados
y de preferencia alimentos que se producen y preparan en las regiones y que
hacen parte de la cultura, teniendo en cuenta aquellos que están en cosecha y
se pueden comprar a mejor precio en diferentes épocas del año. Por último está
la estabilidad de las otras tres dimensiones en el tiempo, esta es transversal
a las anteriores y abarca aspectos de vulnerabilidad y perturbaciones en el
entorno de los alimentos. Pudiendo tener una ingesta de alimentos adecuada en
la actualidad, se considera que está en riesgo la seguridad alimentaria si no
se garantiza el acceso a estos de manera periódica. La alta dependencia de
importaciones de alimentos básicos, las condiciones climáticas adversas (sequías,
inundaciones), la inestabilidad política (el descontento social), o los
factores eco-nómicos (desempleo, inflación) pueden incidir en la seguridad
alimentaria de las personas. De este modo, la seguridad alimentaria va mucho
más allá de la producción de alimentos, incluye aspectos económicos, sociales
de política y culturales.